domingo, 12 de mayo de 2024

Del aniversario de una ley. De los derechos y el odio. De la intolerancia y dos argumentos fácilmente rebatibles. Y una crítica al peronismo conservador, porque daba.

 Hace unos días se cumplió un nuevo aniversario de una ley que nos ubica como país en las vanguardias en materias de derechos. Se trata de la Ley de Identidad de Género, sancionada en 2012, que establece una postura del Estado que “no patologiza las identidades trans y permite acceder al cambio registral a través de un simple trámite administrativo, sin necesidad de acreditar pericias médicas, intervenciones quirúrgicas o tratamientos hormonales. Además, reconoce el derecho a la salud integral.” (https://www.argentina.gob.ar/noticias/ley-de-identidad-de-genero-10-anos). 

Esta misma semana, en la que celebramos el aniversario de una gran política de inclusión, fuimos también testigos del asesinato de tres mujeres lesbianas, víctimas de otro crimen de odio  (https://somostelam.com.ar/noticias/sociedad/murio-la-tercera-victima-del-ataque-de-odio-en-barracas-y-solo-hay-una-sobreviviente/), y sí, digo otro porque últimamente no paramos de contar ataques contra la comunidad LGBTIQ+.


Esto me lleva a pensar en dos argumentos muy utilizados, aunque muy falaces, que propagan el odio que puede (y lamentablemente suele) terminar en ataques como estos. 

El primero de los argumentos es el famoso y nunca bien ponderado “yo respeto que cada uno viva como quiera siempre y cuando no quieran imponer su forma de vivir a los demás”. 

Esta tremenda barbaridad la encontré recientemente en un comentario en redes sociales que respondía a un video donde se cuestionaban los dichos homoodiantes del biógrafo del presidente, Nicolás Márquez. Pero es un comentario que suelen repetir quienes pretenden que las personas no heterosexuales vivan en una especie de ocultamiento constante porque consideran que su mera existencia (de la mano por la calle, darse un beso en público, casarse o simplemente estar en lugares siendo quienes son) es una imposición de su estilo de vida

Lo curioso de este argumento es que es en sí mismo una forma de imponer su estilo de vida sobre los demás: si te comportás de acuerdo a mis expectativas heteronormadas, no me molesta que existas, pero en cuanto hables o te vistas de una forma que no me gusta, o uses un pronombre que no es el que yo decido que debés tener, o te identifiques con un género que no coincide con los genitales que supongo que debés tener, ahí ya me molesta que existas. En conclusión: la gente que se jacta de no tener problemas con nadie siempre y cuando no le impongan su modo de vida es precisamente la que anda por la vida imponiendo formas de comportamiento según su propia idea de “lo normal”.


El segundo de los argumentos es aún peor, porque está cargado de un sarcasmo que lo vuelve insoportable. “Me voy a hacer trans para tener privilegios como jubilarme antes”. 

Esta joyita de la retórica termo me gusta porque ignora el punto más fundamental de la ley cuyo a niversario celebramos el pasado 9 de mayo, y es que si quiere cambiarse de género, ¡puede! Porque la Ley de Identidad de Género es un derecho que tenemos todas y todos los habitantes de esta gloriosa nación.

Ahora, eso sí, cuando les respondés con un “hacelo, es tu derecho” te aseguran que “sí, lo voy a hacer”, pero no lo van a hacer. Todos sabemos que no lo van a hacer. Y no lo van a hacer justamente porque no quieren que su DNI refleje un género que no es el propio, porque no quieren que nadie se refiera a ellos como “señora” o “señorita”, porque eso que dicen que no importa, sí les importa. Pero ¿quiénes eran los que hasta 2012 tenían que ir por la vida respondiendo a una identidad que no era la propia y usando pronombres que no les representaban? ¡Oh sorpresa! Eran precisamente las personas trans que tantos privilegios dicen que tienen. 

Pero saben muy bien que el privilegio lo tiene quien puede ir por la vida sin miedo a ser asesinado por mero odio a su existencia, saben que el privilegio es que sus pronombres y su identidad refleje a la perfección quienes son realmente. Saben muy bien que no es más fácil la vida para una persona trans (incluso con la ley de identidad de género vigente) y saben también que son ellos mismos los que hacen que las personas de la comunidad LGBTIQ+, que no le hacen ningún daño a nadie, necesariamente tengan que pasarla mal y que todos los domingos tengan que leer notas de C.P. en Infobae sobre lo mal que está su existencia en este mundo.


Pero igualmente, a pesar del odio, celebro que tengamos esa ley, celebro que en este país maravilloso exista el derecho a la identidad. Celebro que en algún momento de nuestra Historia hayamos tenido un cuerpo de legisladores con la decencia suficiente para atender a las necesidades del pueblo, de las mayorías y de las minorías también.


Y ojo con todo ese backlash anti progre que se puso de moda en nombre de la libertad de expresión, porque ahora aparecieron hasta sectores del peronismo que culpabilizan a los feminismos de haber perdido la elección por “ir demasiado lejos”. 

No se confundan, que las conquistas de los oprimidos siempre molestaron a aquellos que estaban en las posiciones de poder, la única diferencia es que muchas de estas luchas mal llamadas “woke” ahora empiezan a incomodar a los peronistas conservadores, y ya cuando les toca ceder a ellos no están tan a favor del progreso y de la justicia social.



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