jueves, 24 de marzo de 2016

De dudas e ideales. Algo de héroes griegos y Jesús. Algo de héroes no griegos. El relato K. La corrupción y el endeudamiento. La grieta interior.

Hoy estoy dudando de mis percepciones. Siempre dudo de mis percepciones, pero hoy estoy dudando de todo.

¿Será cierto que es bueno tener ideología? ¿Será cierto que vale la pena morir por una idea? ¿Y si no es así? 
Capaz es mejor no tener ideales. Después de todo, “ideal” es algo imposible de conseguir. Quizás tengan razón todo ellos que con orgullo se describen como apolíticos, o que usan con ligereza el término “neutral” —como si se pudiera ser neutral en la vida.
Le parecerá al lector que lo estoy diciéndolo desde la soberbia de quien cree tener la razón, pero mi duda es genuina, me pregunto si realmente vale la pena estar tan convencido de una idea al punto de ser capaz de dar la vida por ella. 

Los griegos tienen ese concepto del héroe que prefiere morir en batalla y ser recordado antes que vivir una vida larga y placentera pero no heroica. En el Ayax de Sófocles se dice que “es necesario que un hombre noble viva honrosamente o bien que muera honrosamente”.
En algún momento Aquiles se pregunta si prefiere vivir poco pero morir como un héroe o vivir una larga vida anónima. Y creo que la historia de Jesús también replica ese dilema, él murió en la cruz por nosotros, murió joven pero heroicamente, así dio sentido a su vida, hizo que su lucha valiera la pena, que sus ideales lo sobrevivieran, y el día de hoy lo seguimos nombrando y muchos incluso lo veneran. Así también podría seguir, San Martín hablaba de morir por la patria, Zapata aseguró que prefería morir de pie y no vivir de rodillas, después el Che Guevara y ni hablar de los 30.000 desaparecidos. Estos héroes de la modernidad nos hacen seguir pensando en esa idea de que los ideales son algo por lo que realmente vale la pena dar la vida. Hoy yo no sé si es tan así.

Con la visita de Obama y tanta gente tan contenta con nuestro nuevo Presidente (lo digo por Macri, no por Obama) me pregunto si no estaré yo equivocada. Capaz tienen razón que la “korrupción” del gobierno anterior invalidó todos los logros, o que ni siquiera hubo logros, que eran todo una farsa y es necesario “sincerar” nuestra miseria. Quizás sea cierto que robaron cientos de miles de millones de dólares y nosotros ni nos dimos cuenta. Tal vez sean ellos los malos de la película y yo estuve viendo una película equivocada. ¿Y si me comí el versito de los K y les creo a los mentirosos? ¿Y si los buenos son los del Pro y Argentina realmente está yendo por el buen camino a la recuperación económica con el pago a los buitres y el ajuste?

Me cuesta creerlo, sinceramente de corazón me cuesta creer los argumentos del nuevo gobierno, porque los leo y los escucho y no me terminan de cerrar, en cambio los argumentos de la oposición kirchnerista sí me cierran, pero ¿y si es cierto que vamos a estar mejor con Macri? ¿Y si no se trata de argumentaciones? ¿De qué se trata entonces?

Y ahora dudo de mí, de mis convicciones, de mis ideas, de las conclusiones a las que había llegado. Y no sólo eso sino —lo que me parece aún más grave— dudo de la importancia de los ideales
Y mi “corazón” (o como sea que se llame la parte del cerebro que controla los sentimientos y la irracionalidad) me dice que sí, que los ideales son importantes y que no podés dejarte vencer por la comodidad de la ignorancia burguesa, pero mi “cerebro” (o sea la parte del cerebro que controla el pensamiento lógico y racional) me dice que tenga cuidado, que me puedo estar equivocando.

Y así estoy yo, metida en mi propia grieta (léase sin connotaciones sexuales, por favor).

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