viernes, 4 de diciembre de 2015

De angustia electoral a tristeza agobia. Movimientos pendulares. Alguna referencia al grunge. Nada de máximas griegas ni citas elocuentes. Sigue la incertidumbre, que al fin y al cabo, es la única certeza.

No se me va la tristeza. No sé cómo hacer para que se me vaya la tristeza. Creí que era un conjunto de cosas que me estaban pasando pero todo lo demás en mi vida se resolvió y sólo queda Macri y la tristeza ahí, firme, opacándolo todo.
No es la intención de este blog hablar de sentimientos, pero -como me decía un amigo ayer- la política tiene mucho de sentimental, de pasional, y es difícil abordarla con la racionalidad científica que muchas veces se pretende aplicar.
A propósito de tristezas, una de las canciones tristes del momento es esa que dice que el péndulo va desde acá hasta allá. Bueno, no sé si del momento, no sé si el lector ajeno al grunge o más estrictamente a las letras del último disco de Pearl Jam puede captar la referencia. No importa, para el caso es lo mismo: el punto es que el tema habla de un péndulo que va de acá para allá y dice que su vida no podría haber llegado más abajo. Eso, nada más.

Por cuestiones de índole personal el día de las elecciones no le di mucha bolilla al triunfo de Macri, y recién hoy me cayeron las fichas de la tragedia que se nos vino encima. 
¿Me voy a poner a hablar de política? No quiero. ¿Tengo que hacer elaborados análisis sobre los riesgos del endeudamiento, sobre el peligro de la economía agropecuaria por sobre la industrialización? ¿Tengo que dar clases de historia -como si supiera- sobre los gobiernos que aplicaron medidas neoliberales, y hacer recordatorios de todo lo que salió mal a partir de ellas? No quiero. 
No quiero porque ya se hizo hasta el hartazgo, porque es eso mismo lo que me harta. Me hartan las mentiras, me hartan los análisis más-que-obvios, me harta la gente necia que por satisfacer su sed de indignación prefiere creer mentiras antes que sentarse a pensar.
Me cansa el pueblo argentino (salud). Me cansan los comerciantes inescrupulosos (y no hablo de verduleros y minoristas, hablo de los grandes comerciantes millonarios que se rien de la ingenuidad de un pueblo que por desquiciado se vuelve sonso).

Y, a todo esto, ¿a qué venía la referencia del péndulo? A que mi único consuelo es que la historia de este país ha sido pendular: con la derecha y el endeudamiento nos vamos para arriba (porque cuando te prestan plata de pronto sos un potentado), con la la insostenibilidad de la deuda, entramos en decadencia al no poder pagarla y nos vamos para abajo, de ahí tomamos envión hacia la izquierda (o algo parecido), donde las políticas sociales y desarrollistas generan crecimiento en la economía, pero eso también es insostenible, porque las grandes corporaciones trabajan con gran dedicación (desde los medios en la mente de la gente, y desde las empresas en los precios de los bienes) para no perder su espacio de poder, e insisten con el boycott (me encanta esa palabra y me gusta así, no la versión castellanizada) hasta agotar el modelo.

Y ahí nos encontramos, en la parte baja del péndulo, tomando envión hacia arriba, pero del lado derecho, ese que me da miedo; porque cada vez que nos damos la cabeza contra la pared de la derecha el golpe es más duro.

1 comentario:

  1. Este texto me gustó de pe a pa. Satisface necesidades obsesivas como una esfera que entra perfectamente en un recipiente, o una feta de queso con la exacta medida de la rebanada de pan. No me refiero al contenido. Hay claridad. besos van

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