miércoles, 11 de mayo de 2016

La mirada de la clase media. El hambre. La economía y el poder. El hambre. El populismo y los votos cautivos. El hambre. Las posibilidades de crecer. El hambre. La meritocracia y otros versos burgueses. El hambre. Una perspectiva diferente sobre Perón y que se vengan las críticas (yo me las banco).

Yo solía estar en el grupo de los que piensan que el peronismo usó las técnicas del populismo para tomar de rehenes a los pobres, para darles migajas a cambio de una lealtad que trascendería  generaciones e historia.
Creía que el peronismo se había aprovechado de la inocencia de los sectores más desfavorecidos para ganar poder, para tener… Algo, no sé qué. 

Porque nosotros, los de la clase media, a veces caemos en la simpleza del argumento de quien siempre tuvo el estómago lleno. A veces no nos damos cuenta de que la realidad de otros tal vez sea diferente. 
Digo que a veces nosotros pensamos en términos de progreso personal, a veces nos centramos en el análisis del que más o menos se las rebusca, y que se enoja porque ve el amor desmedido que tienen otros por cierto líder político y nos agarramos la cabeza y decimos “pero por qué carajo lo amás si no te dio nada más que lo mínimo que necesitás para vivir dignamente” y lo cierto es que tal vez ningún otro le haya dado antes a esa persona lo mínimo que necesitaba, tal vez nadie más se haya acordado de ellos, de que existen, de que tienen hambre, de que necesitan pasar el día. Nada más que eso, pasar el día.

Hoy creo que es muy difícil para el clasemediero entender el hambre. Y lo digo desde el lugar de alguien que fue humilde pero nunca tuvo hambre. Hambre de verdad, hambre de tomar mate lavado tres días seguidos porque lo poco que tenés se lo das a los nenes.
Nosotros pensamos en términos de micro y macroeconomía, nosotros pensamos en los plazos fijos y en la tasa de interés de los créditos del banco. A nosotros nos preocupa la corrupción y la administración general de los bienes públicos, y pensamos en los impuestos a las ganancias y en los aumentos en paritarias. 
Nosotros, los que toda la vida pudimos comer y vestirnos más o menos bien, los que nos hemos ido más de una vez de vacaciones, aunque sean cortas, aunque sea un finde largo a la costa. Nosotros que por ahí nos hemos podido comprar el aire acondicionado y el televisor chatito y que bien merecido lo tenemos porque nos rompemos el tujes laburando y nadie nunca nos regaló nada, nosotros no tenemos hambre, entonces para nosotros la preocupación es otra.

El otro día pensaba en el hambre. Pensaba en la sensación de que tu hijo venga llorando a pedirte un pedazo de pan y tener que decirle que no quedó más. Pensaba en la gente que toca los timbres de la casa preguntando si no tenés algo para comer y comen lo que les das porque tienen hambre. Pensaba en ellos, en si ellos se van a poner a pensar en el cepo al dólar, o si ellos se van a poner a pensar en el aumento de la nafta. Pensaba que ellos no pueden pensar en eso porque cuando tenés hambre no pensás en nada más que en llenarte la panza.
Y pensaba que es cierto que el peronismo se ganó una base de votos muy grande y en que Perón se murió hace casi medio siglo y hay gente que ni siquiera había nacido cuando él gobernaba que hoy lo tiene como líder. Y pensaba que sí, seguramente si yo tuviera hambre y viniera alguien que me da de comer, le estaría agradecida toda mi vida, y les diría a mis hijos que estén agradecidos porque ese señor tan bueno me dio de comer a mí y les dio de comer a ellos.

Y pensaba en todas las cosas malas que tuvo el peronismo que fueron muchas, pero también pensaba que el país es la gente y que cuando la gente tiene hambre el país anda mal, y que un gobernante (venga de donde venga, llámese como se llame) que se ocupa del pueblo, un gobernante que piensa primero en sacarle el hambre a la gente, después en resolver los otros problemas, que se ocupa de ellos, de los marginados, de los que nos miran con ojos tristes cuando los clasemedieros miramos para otro lado haciéndonos los distraidos porque “nos hace mal verlos así”, un gobernante que los mira y que los nombra y que los tiene en cuenta, tan pero tan malo no debe ser.

Porque para nosotros es muy fácil criticar las técnicas populistas que consideramos funcionaron como anzuelo para tener prendida a la clase baja, y después tomarnos un vinito, comer un buen plato de comida e irnos a dormir con tres frazadas y la tele prendida. Para nosotros es muy fácil ver los programas de la villa y decir “pobre gente, me hace mal ver esto” y cambiar el canal y poner cachorritos en el Animal Planet. Para nosotros es muy fácil la vida, pero ellos siguen estando aunque no los veamos. Ellos están ahí hoy muertos de frío y con la panza vacía. Ellos siguen tomando mate amargo y guardándole el pan a los chiquitos para que desayunen. Ellos siguen ahí, olvidados, marginados, trabajando tanto o más que nosotros, pero sin un décimo de las posibilidades que tenemos nosotros de vivir (bien).

Entonces andá a hablarles de populismo a ellos, andá a decirles que Perón o Eva o Néstor o Cristina los engancharon para llenarse de poder. No les importa, porque lo que les importa es que les dieron un lugar donde vivir, unos mangos para manejarse, un plato de comida para los chicos. Y vos me dirás “¿se lo merecen? muchos son vagos, yo laburo todos los días”. Y sí, muchos son vagos, muchos no son vagos, pero la cuestión no es juzgarlos, no es determinar desde nuestra cómoda clase media qué se merece cada uno, ¿acaso nosotros nos merecemos lo que tenemos? No importa eso, no importa el mérito, importa la necesidad. No sé si se merecen tener donde vivir, qué comer y con qué vestirse, pero sé que lo necesitan, porque existen, porque están y porque mirar para otro lado y cambiar de canal no los borra del mapa.

Entonces, después de tanto pensar, me hice peronista. (Bueno, peronista es una forma de decir, nunca me voy a olvidar de que Perón traicionó a la izquierda que lo apoyaba y no voy jamás a venerar a una persona, pero sí entiendo de dónde vienen, aunque nunca podré saber adonde van)
Porque para mí lo más importante es que todos tengamos, como mínimo, la posibilidad de comer, de vestirnos y de vivir con un poco, no te digo mucho, un poco de dignidad. Y sí, Perón fue toda la mierda que ustedes quieran, y lo hizo con la motivación que sea, para llenarse de plata él, porque estaba enfermo de poder, porque quería ser el emperador del Universo, no me importa para qué lo hizo, me importa que, por lo que cuerno sea, él no miró para otro lado, no hizo oídos sordos, no se llenó la boca de promesas vacías. Se ocupó de ellos y les dio de comer. Y como dijo un ex funcionario el otro día “¿de qué me sirve tener un tesoro nacional inmenso y un PBI por las nubes si la gente se está muriendo de hambre?” 

El país es la gente, si la gente tiene hambre, al país le está yendo muy, pero muy mal, aunque esté fuera del “default”, aunque el “riesgo país” sea cero, aunque el FMI se muera de ganas de volver a hacer negocios con nosotros. 
Si los argentinos tienen hambre, la Argentina está MAL.